A SUS 54 AÑOS, ISELINA MARÍNEZ PASÓ DEL TABLERO A LA PANTALLA DEL CELULAR PARA APRENDER A LEER Y ESCRIBIR

En esta época el reto de la mayoría de la personas, es adaptar las nuevas tecnologías a su diario vivir; sin embargo, para Iselina Martínez el reto es mayor. A sus 52 años se enfrenta a usar el teléfono celular como su herramienta de estudio para seguirle el ritmo a lo que ella llama “dejar de cancanear”, refiriéndose al perfeccionamiento de su lectura y escritura.

Desde hace más de un año, doña Iselina hace parte del programa de Atención a la Población Iletrada, que en cooperación realiza Comfacesar y la empresa minera Drummond Ltd, en los municipios de su área de influencia.

Esta mujer madre de cuatro hijos, apenas empieza a descubrir el mundo de las letras y lo define como la oportunidad de leer los cuentos que nunca pudo en su infancia, y más allá de ello, escribir las primeras palabras que todo niño pronuncia. “lo primero que aprendí fue papá y mamá, yo veía a los más pequeños hacerlo y sentía la ansiedad de poder lograrlo, y aunque ya soy bastante mayor la emoción es la misma, me siento realizada”.

Orgullosa de sus logros, esta hija de la Jagua de Ibirico, cuenta que antes de la cuarentena recibía sus clases en el colegio José Guillermo Castro de su municipio; pero el deber de quedarse en casa, la llevó a cambiar su pupitre por la mesa de comedor y el tablero por la pantalla del celular. Y es así, como se ha vuelto una estudiante virtual.

“Yo me levanto tempranito, hago las labores de mi casa y enseguida estoy lista esperando a que los profesores me manden las tareas. Algunas son más difíciles que otras; pero como me gusta, aunque sea cancaneando las hago”. Expresó con tono enérgico mientras nos compartía su experiencia vía telefónica.

Agregó: “yo confío en que ninguna circunstancia va a robarme el sueño de graduarme y ver a mis hijos sentirse orgullosos de mí. Ahora, también tengo que aprender a lidiar más el celular y demostrar que la edad no es lo que importa, sino la fuerza y el deseo que uno tenga para hacer las cosas”.   

Así como ella, gracias a esta labor de responsabilidad social unos mil adultos se preparan para cumplir sus sueños de leer y escribir, lo que repercute en un aporte para bajar la brecha de analfabetismo en los municipios de Codazzi, Becerril, La Jagua De Ibirico, El Paso y Chiriguaná.

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